Queso de cabra en aceite. Francis Egea 2018.

En Zuheros, cerca de Baena, al sur de Córdoba. Se elabora todo el año.
Queso oreado, puro de cabra. Es un queso sin corteza que puede consumirse íntegramente.
A mediados de los años ochenta, en Doña Mencía se montó una explotación de cabras murciano-granadinas para la producción de leche y transformación en varios tipos de quesos. Éstos alcanzaron fama y renombre, principalmente los pequeños "botones" de menos de cien gramos, macerados a partir de la primera semana de oreado, en aceite de oliva, con hierbas y especias. Esta granja-quesería creció demasiado rápidamente y murió de éxito. El proyecto fue recogido por los propios cabreros y siguió en la vecina Zuheros.
El interior es blanco intenso y brillante, de corte ciego y de pasta untuosa, si es tierno, y frágil y desmoronable, si es viejo. La corteza es natural, de color amarillo debido a su maceración en aceite de oliva. El formato es cilíndrico, como pequeños botones de peso inferior a los cien gramos.
Se trata de un queso de pequeño formato, pesando unos 100 g.
El sabor es muy agradable y franco pero desarrollado, donde predomina el fondo fuertemente ácido y los aromas directos del aceite de oliva extra virgen de la D.O. Baena, macerado con hierbas aromáticas, laurel y pimienta en grano; al final surge el sabor suavemente picante de la leche de cabra.
Es un queso para consumir directamente de una sentada, acompañado de pan blanco tipo parisino o tostadas, aromatizado o no con romero o pimienta.
Una forma muy habitual es, una vez extraído y escurrido del aceite de oliva, montarlo sobre una rebanada de pan, aderezarlo a gusto con hierbas y especias, y gratinarlo al horno (o al microondas) un par de minutos hasta que se reblandece el interior y se tuesta la piel. Una vez preparado, sirve de acompañamiento en ensaladas verdes, con mollejas de pato templadas, chicharrones y frutos secos.

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